El Threat Hunting es un enfoque proactivo de ciberseguridad que busca identificar amenazas ocultas o no detectadas en un entorno. Para llevar a cabo un proceso efectivo de Threat Hunting, es importante comprender las fases distintas pero complementarias del proceso: la Detección Estática basada en Indicadores de Compromiso (IoC) y la Detección Dinámica basada en Indicadores de Ataque (IoA).

La Detección Estática se centra en buscar y analizar evidencias tangibles de un compromiso de seguridad en un sistema o red. Esta fase se basa en Indicadores de Compromiso (IoC), que son pistas o pruebas de comportamientos y actividades maliciosas que por ser conocidas, son detectables y evidenciables. Estos indicadores pueden ser direcciones IP sospechosas, nombres de dominio comprometidos, archivos maliciosos y otros patrones que puedan ser identificables con herramientas de seguridad tradicionales.
La Detección Dinámica se enfoca en analizar el comportamiento de los dispositivos o cargas de trabajo para identificar actividades maliciosas en curso. Aquí es donde entran en juego los Indicadores de Ataque (IoA), que son comparables a los síntomas de una enfermedad. El análisis de los indicadores IoA y como se encuentran presentes en nuestros sistemas, nos proporcionan información sobre el tipo de enfermedad, su gravedad y que tan avanzado puede estar el ataque que sufrimos.
Al comprender adecuadamente estas dos fases del proceso de ciberseguridad proactiva y destinar los recursos específicos a la detección y clasificación de cada tipo de indicador, las organizaciones podrán mejorar significativamente su capacidad para detectar y responder oportunamente a las amenazas cibernéticas, fortaleciendo así su postura de seguridad en un mundo de amenazas en constante evolución.